En 1555, Iván el Terrible ordenó la construcción de la Iglesia de San Basilio en Moscú.
El concepto inicial era construir un grupo de capillas, cada una dedicada a cada uno de lo santos en cuyo día el zar ganó una batalla, pero la construcción de una torre central unifica estos espacios en una sola catedral.
La leyenda dice que el zar Iván dejó ciego al arquitecto Póstnik Yákovlev para evitar que proyectara una construcción que pudiera superar a ésta, aunque parece claro que no se trata más que de una fabulación, ya que Yakovlev participó, pasados unos años, en la construcción del Kremlin de Kazán.
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