El ascensor es uno de esos inventos que tenemos totalmente incorporados a nuestra vida diaria y de los cuales disfrutamos sin valorarlos lo suficiente, hasta el día en que se estropea. Vivir en un sexto piso, volver de hacer una gran compra en el supermercado y encontrarse el ascensor averiado nos hará valorar ese chisme que nos evita subir escaleras.
Nerón instaló un ascensor en el nuevo palacio que levantó después del incendio de Roma del año 64. El palacio era tan lujoso que se llamó “Domus Áurea”, algo así como Mansión de Oro. El ascensor era de noble madera y se movía gracias a un cable que tiraba de él y a unos carriles que lo guiaban. Por supuesto, el motor que actualmente mueve los ascensores no era tal, sino que había unos esclavos que “amablemente” subían usando su fuerza al emperador hasta donde deseaba. Con una campanilla se controlaba el movimiento. Al sonar la campana, comenzaban a mover el ascensor si estaba parado, o dejaban de tirar si este estaba en movimiento. Unas marcas de pintura en el cable ayudaban a saber cuándo se estaba exactamente “en el piso” y no un poco más arriba o un poco más abajo.
El ascensor de Nerón también tenía un sistema de seguridad que evitaba una caída descontrolada, en caso de rotura del cable o de sabotaje del mismo consistente en unos almohadones de cuero rellenos de aire que amortiguarian cualquier caida inesperada del ascensor.
. Como vemos, todo un ingenio, ya en tiempos romanos.
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