Para los que dicen que no existe diferencia entre el maíz genéticamente modificado y maíz tradicional: hasta las gallinas lo notan.
Gallinas africanas que se rehusaron a comer el alimento de maíz que se les daba llevaron a descubrir que el maíz había sido alterado genéticamente. Al analizarse el maíz se descubrió que había sido modificado para producir proteínas tóxicas para ciertos insectos y hierbas.
Strilli Oppenheimer, dueño de la granja Brenthurst, dejó de consumir huevos e inmediatamente estableció una dieta orgánica para sus gallinas. Algo que desafortunadamente es prácticamente imposible de hacer para muchos seres humanos.
Según Oppenheimer casi todo el maíz de Sudáfrica está contaminado y el 96% de los productos de soya están modificados genéticamente.
Investigaciones han demostrado un vínculo entre el cáncer y los alimentos genéticamente modificados, así como una serie de incrementos en enfermedades y trastornos relacionados.
Mientras tanto Obama nombra zar de alimentos al ex VP de Monsanto, la empresa más grande del mundo de alimentos modificados con una ética sumamente cuestionable, por no decir deleznable.
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